Estaban arrinconadas en una caja, perfectamente emparejadas, junto a otras cosas que guardo para reciclar. Esas chanclas eran muy cómodas. Les tenía aprecio porque gracias a ellas me adapté a ese tipo de calzado, fue como “mi iniciación” en el mundo de las flip-flop.

El motivo de la comodidad es su diseño: la forma hace que el pie no se deslice y la suela evita los resbalones con el piso mojado, algo muy típico del verano. Estaban muy bien y fueron muy resistentes a los envites del tiempo y su uso, hasta que unos cachoritos en acogida las adoptó como juguetes.
Pero durante la ola de frío se me encendió la bombilla. Esos calcetines tan gorditos no me los podía poner con las zapatillas de casa porque no me cabían… ahí estaban en el cajón tan tiernos y calentitos. Ponérmelos tal cual tampoco me resulta práctico: voy y vengo al porche exterior, mis perros y gatos entran y salen de casa al jardín y viceversa, por lo que necesito aislarme de la humedad: mis pies deben tener una suela.

Así que me puse manos a la obra y aquí tenéis el resultado: las chalcetinas, híbrido entre chancla de veranito y calcetín para el más crudo invierno. Había pensado en llamarles “chanceltines”, pero la verdad que parece un trabalenguas.
La elaboración no reviste dificultad alguna. La importancia es el pegamento que se utilice. En este caso hay que unir diferentes materiales que van a recibir cierto grado de tracción entre ellos. La mejor opción es el PEGAMENTO DE CONTACTO SUPER, es el que se usa para hacer bolsos, cinturones, calzado y es muy resistente.


Es importante dejar que seque bien antes de usarlas, pero por lo demás es muy sencillo. Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí tienes el vídeo. Te invito a que lo veas y espero que te inspire para hacer tu propio rescate o cualquier otra creación ¡Un saludo y buen reciclaje!